Jueves 26 de Diciembre de 2024

28 de enero de 2024

La pampeana que triunfa dentro de una pileta y promete un gran año

"Nadé toda la vida. Desde que tengo uso de razón, recuerdo estar en una pileta”. Así comenzó Analuz Pellitero su charla.

La pampeana creció en el agua y en ese ámbito se siente cómoda. Allí, la discapacidad visual con la que nació -microcórnea bilateral- no la limita y ella se mueve con total libertad. Tal vez por eso, aquellas primeras experiencias de su infancia flotando y pataleando por puro gusto se transformaron en poco tiempo en clases y competencias en el Pico Fútbol Club. Y luego, en exigentes entrenamientos en el CENARD. Y Anita se convirtió, casi sin darse cuenta, en una nadadora de alto rendimiento, que vivió un 2023 inolvidable. Este año, se subió por primera vez a un podio mundial al finalizar tercera en los 100 metros espalda -su prueba preferida- en la cita ecuménica de Manchester. Fue la argentina que más veces hizo sonar el himno nacional en los Juegos Parapanamericanos de Santiago de Chile, donde firmó una actuación brillante con tres oros, dos platas y un bronce; y se dio el gusto de portar la bandera celeste y blanca en la ceremonia de clausura. Y se consagró como la mejor atleta paralímpica del país -recibió el Olimpia de Plata en esa categoría-, un logro con el que ni siquiera soñaba en aquellos primeros años en las piletas de su General Pico natal. “Se fue dando dando muy de a poco, pero a la vez pasó todo muy rápido. Y creo que en el proceso, no me fui dando cuenta a lo que estaba llegando. Cuando era chiquita no decía ‘Voy a ser nadadora, me voy a dedicar a eso’. Por eso siento que todo pasó casi sin querer”, recordó. Y eso que el bichito de la competencia le picó cuando era muy pequeña. A los ocho años empezó a entrenar con el equipo de promocionales de su club. Luego comenzó a competir en los torneos provinciales y en 2010, con 13 años, tuvo su bautismo en los Juegos Evita. Al principio, competía en natación y atletismo, pero finalmente colgó la zapatillas para enfocarse de lleno en el deporte acuático. “Nunca llegué a entrenar realmente atletismo. Lo hacía más que nada para las competencias escolares y en los Evita, en los que, en ese momento, los atletas con discapacidad podían competir en dos deportes. Pero después me di cuenta que la natación era lo que me gustaba realmente, porque en el agua me siento muy cómoda. A pesar de tener una disminución visual, en la pileta me puedo mover sin ningún tipo de inconveniente”, contó la nadadora de 26 años. Su discapacidad, igual, tampoco es un gran limitante para Pellitero en su día a día. Y ella tiene bien claro por qué. “Cuando nací, los médicos le dijeron a mi mamá y a mi papá que no tenía visión, directamente. Pero hoy me puedo manejar bien por toda la estimulación que tuve desde que nací. Fui a la escuela para personas ciegas y disminuidos visuales y eso ayudó mucho a estimular la poquita o casi nada visión que tengo”, explicó. Y agregó: “Yo vivo sola, soy una persona independiente. Obviamente que para algunas cosas necesito ayuda, pero en líneas generales, me puedo manejar sola”.

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